Trasplantan los árboles de Pinos todos apelotonados en un solar-jardín con suelo de relleno de basura. ¿Cuantos se salvarán?

El viaje al matadero, ó el paripé de una replantación

(Doble clic sobre las fotos para agrandarlas)
El otro día publiqué unas fotos de un árbol treintañero llorando desconsoladamente tras haber sido mutilado sin piedad en plena canícula veraniega por los Servicios Operativo del ayuntamiento por orden directa, suponemos, del alcalde Villanova. Alguien ha sugerido que el concejal de jardines podría haber aconsejado la tala y arrancada en otra fecha más adecuada. Pero no lo ha hecho. Alguien ha dicho que la concejala de Medioambiente, Marina Bravo, podría haber insinuado al alcalde Villanova que no era el momento más adecuado para hacer semejante fechoría. Pero no se lo ha insinuado. Y los árboles han sido despiezados, desguazados, troceados con motosierra, descuajeringados con el brazo de la pala mecánica, para hacer pedacitos pequeños con sus ramas y arrancar de cuajo sin más miramiento el tronco central dejando sus raíces al aire sin un cepellón que garantizara su salvamento. "Esto es una barbaridad" nos dice un operario "vamos a ver cuántos se salvan".
Suelo ser metódico en mis reportajes, así que hice el seguimiento continuado de un árbol desde su frondosidad majestuosa antes de ser derribado, foto 1, hasta su replantación en el jardín de Zapata apelotonado al lado de sus compañeros arrancados, foto 14.
Vamos comentándolo:
Por lo que sea, los árboles enterizos algunos de más de treinta años, foto 1, molestaban a Joaquín Villanova. En su día se presentaron 1.500 firmas de 1.500 personas de la zona y alrededores solicitando al alcalde que no los cortara. Como se acercaban las elecciones, Joaquín Villanova paralizó el arboricidio. Pero estos puñeteros árboles le costaron al PP un concejal en favor de IU. ¡Y eso duele!... hasta el punto de que pasado un tiempo prudencial desde las últimas elecciones, y con tiempo prudencial a que la gente se olvide del arboricidio para las próximas elecciones, Villanova dio luz verde: "¡Arrasen con todo!". Y se hizo la voluntad de Dios.
Los operarios cortan sin piedad el árbol, por grande frondoso que fuere, por mucha savia que destilara por su tronco segado, recortandolo hasta dejarlo suficientemente corto como para cargarlo en un camión, destrozando las ramas para hacerlas desaparecer, foto 2. Luego con la máquina arrancan literalmente el espécimen sin dejar el preceptivo cepellón para su trasplante, como haría Viveros Guzmán con cualquier árbol que quiera vender con garantía de que el espécimen agarre de nuevo. Aquí el cepellón no existe y las raíces, al aire, se recortan para que puedan entrar en el camión, independientemente del tamaño del árbol, foto 3.
Ahora se disponen a cargar los troncos con sus raíces bien aireadas al justiciero sol en un camión, fotos 4 y 5, al que seguimos por media Alhaurín hasta en lugar en que la Hiperronda foto 8, atraviesa por debajo el Peñón de Zapata. Allí existe un solar- jardín-vertedero, en el que se observan decenas de ejemplares ya trasplantados y decenas de agujeros para traspalntar los que vayan llegando, foto 7. Llama poderosamente la atención la desigualdad de los agujeros y su tremenda cercanía, de modo que si los árboles que allí se trasplantan llegan todos a buen término, se van a asfixiar unos a otros al no tener espacio vital entre ellos. Allí huele a improvisación, a reforestación descontrolada. A desastre. "Cada árbol es como una persona -nos dice otro operario- imagínate que a ti y a mí nos cortan una pierna. Los dos no reaccionaremos de la misma manera. A ti se te puede gangrenar y morirte y yo estar sano y vivir. Aquí se van a morir muchos ejemplares, otros vivirán...".
No nos quedamos tranquilos cuando vemos algunos de los agujeros preparados para el trasplante, en los que se aprecian que aquello ha sido un basurero y tal y como se abre el agujero, con escombro, cascotes, bolsas de basura, foto 9... allí se meterán las raíces de algún desgraciado trocón. Pero sigamos con la historia: llegado el camión a la escombrera-jardín, donde algunos ejemplares ¡han sido incluso regados con agua!, nuestro troncón es sujeto con una máquina y trasladado a su nuevo agujero fotos 10 a 14, donde se le cubrirá de tierra y con un poco de suerte se le regará, foto 15, quedando ya al arbitrio de la Madre Naturaleza, que determinará si sigue viviendo ó muere irremediablemente. Lo que está claro es que el Hombre, Don Villanova, ha puesto en contra de la Naturaleza todos los factores para que los árboles puedan agarrar: podados a lo bestia, arrancados a los bestia, en un momento el año que es una barbaridad y replantados algunos de ellos en basura. ¡La Madre Naturaleza estará contenta!. Aún admitiendo que la sensibilidad del primer edil pueda no ser la adecuada con la Naturaleza, nos quedan sus técnicos... ¿dónde están sus técnicos?. Desaparecidos en combate al parecer.
El ayuntamiento siempre tiene las de ganar, porque con que unos pocos ejemplares se salven del arboricidio será suficiente para hacer una futura foto bajo unos frondosos ejemplares, olvidando así los que, a su lado, han muerto en el intento. Esto es lo malo de estar a mitad de legislatura: ahora es cuando se acometen las mayores barrabasadas políticas. Y esta es una de ellas. Ahora, a comprar palmeras picudas a los de siempre. Esas palmeras que algunos denominaron "comisionadas" y que se están convirtiendo en símbolo mágico de la "Era Villanova" en Alhaurín. Te admiro, alcalde. Tú, como otros que he conocido, te pasas el clamor popular por debajo del refajo. Caigan sobre tu conciencia las bajas del arboricidio.
¿Conciencia?. Perdona que no te explique lo que significa. Ahora no tengo tiempo.