jueves, 13 de octubre de 2011

Enviado por José Sarria

A veces las comparaciones no sólo son odiosas, sino obscenas.

2 comentarios:

Juan Carlos Sanz de Ayala dijo...

Veo más a Dios en la desnudez y el hambre del pobre y desgraciado niño africano, que en los dorados oropeles de las túnicas papales y toda su parafernalia.
Dios nos creó a su imagen y semejanza, pero las copias humanas le salieron muy defectuosas y con muchos defectos en forma de pecados capitales. Y puso luego a la zorra a cuidar a las ovejas. Predican la pobreza mientras sean la de otros, porque ellos viven como Dios, nunca mejor dicho. Con todo esto me chirría los oídos. Mucho tiene que cambiar la Iglesia de Dios para llegar a ser la Iglesia de los hombres, la Iglesia de los pobres, la Iglesia de todos.

Anónimo dijo...

Pues a mi cuando veo esto solo se me ocurre intentar ayudar modestamente a quienes mas lo necesitan. He hecho una aportacion especial a Intermon Oxfam y ayer mismo envie un mensaje de estos de unicef: Somalia al 28028. Me da igual si el Benedicto con sus oropeles hace o deshace. Me importa la hambruna y actuo hasta donde puedo llegar. Si vamos a esperar a que la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana vaya a desprenderse de sus riquezas y lujos, aviaos vamos. Actuemos con todo el sentido comun con el que no actua el Vaticano en lugar de tanto criticar. Es mi humilde opinion...